miércoles, 9 de septiembre de 2015




¿Que son los alimentos transgénicos?



Los alimentos transgénicos son aquellos que han sido producidos a partir de un organismo modificado mediante ingeniería genética y al que se le han incorporado genes de otro organismo para producir las características deseadas. En la actualidad tienen mayor presencia de alimentos procedentes de plantas transgénicas como el maíz o la soja.
La ingeniería genética o tecnología del ADN recombinante es la ciencia que manipula secuencias de ADN (que normalmente codifican genes) de forma directa, posibilitando su extracción de un taxón biológico dado y su inclusión en otro, así como la modificación o eliminación de estos genes. En esto se diferencia de la mejora clásica, que es la ciencia que introduce fragmentos de ADN (conteniendo como en el caso anterior genes) de forma indirecta, mediante cruces dirigidos. La primera estrategia, de la ingeniería genética, se circunscribe en la disciplina denominada biotecnología vegetal. Cabe destacar que la inserción de grupos de genes y otros procesos pueden realizarse mediante técnicas de biotecnología vegetal que no son consideradas ingeniería genética, como puede ser la fusión de protoplastos.
La mejora de las especies que serán usadas como alimento ha sido un motivo común en la historia de la Humanidad. Entre el 12.000 y 4.000 a. deC. ya se realizaba una mejora por selección artificial de plantas. Tras el descubrimiento de la reproducción sexual en vegetales, se realizó el primer cruzamiento intergenérico (es decir, entre especies de géneros distintos) en 1876. En 1909 se efectuó la primera fusión de protoplastos, y en 1927 se obtuvieron mutantes de mayor productividad mediante irradiación con rayosX de semillas. En 1983 se produjo la primera planta transgénica. En estas fechas, unos biotecnólogos logran aislar un gen e introducirlo en un genoma de la bacteria Escherichia coli (E.Coli ). Tres años más tarde, en 1986, Monsanto, empresa multinacional dedicada a la biotecnología, crea la primera planta genéticamente modificada. Se trataba de una planta de tabaco a la que se añadió a su genoma un gen de resistencia para el antibiótico Kanamicina. Finalmente, en 1994 se aprueba la comercialización del primer alimento modificado genéticamente, los tomates Flavr Savr, creados por Calgene, una empresa biotecnóloga. A estos se les introdujo un gen antisentido con respecto al gen normal de la poligalacturonasa, enzima que induce a la maduración del tomate, de manera que este aguantaría más tiempo maduro y tendría una mayor resistencia. Pero pocos años después, en 1996, este producto tuvo que ser retirado del mercado de productos frescos al presentar consecuencias imprevistas como una piel blanda, un sabor extraño y cambios en su composición. Aun así, estos tomates se usan para la producción de tomates elaborados.
En el año 2007, los cultivos de transgénicos se extienden en 114,3 millones de hectáreas de 23 países, de los cuales 12 son países en vías de desarrollo. En el año 2006 en Estados Unidos el 89% de plantaciones de soja lo eran de variedades transgénicas, así como el 83% del algodón y el 61% del maíz.
Las plagas de insectos son uno de los elementos más devastadores en agricultura. Por esta razón, la introducción de genes que provocan el desarrollo de resistentes a uno o varios órdenes de insectos ha sido un elemento común a muchas de las variedades patentadas. Las ventajas de este método suponen un menor uso de insecticidas en los campos sembrados con estas variedades, lo que redunda en un menor impacto en el ecosistema que alberga al cultivo y por la salud de los trabajadores que manipulan los fitosanitarios. Los caracteres introducidos mediante ingeniería genética en especies destinadas a la producción de alimentos comestibles buscan el incremento de la productividad (por ejemplo, mediante una resistencia mejorada a las plagas) así como la introducción de características de calidad nuevas. Debido al mayor desarrollo de la manipulación genética en especies vegetales, todos los alimentos transgénicos corresponden a derivados de plantas. Por ejemplo, un carácter empleado con frecuencia es la resistencia a herbicidas, puesto que de este modo es posible emplearlos afectando sólo a la flora ajena al cultivo. Cabe destacar que el empleo de variedades modificadas y resistentes a herbicidas ha disminuido la contaminación debido a estos productos en acuíferos y suelo, si bien es cierto que no se requeriría el uso de estos herbicidas tan nocivos por su alto contenido en glifosato (GLY) y amonio glifosinado (GLU) si no se plantaran estas variedades, diseñadas exclusivamente para resistir a dichos compuestos.
Uno de los factores que suelen mencionarse respecto a la prohibición de cultivos transgénicos es la imposibilidad de la coexistencia entre los cultivos convencionales y los genéticamente modificados, debido a la entrecruza del polen llevada a cabo por el viento o los insectos polinizadores. Sin embargo, el gobierno de Cataluña demostró que con el aislamiento de los cultivos, estableciendo una distancia de 30 metros entre uno y otro, así como un retraso de 11 días en las fechas de siembra, se ha logrado en España la existencia simultánea de las dos alternativas en el cultivo de maíz.

https://es.wikipedia.org/wiki/Alimento_transg%C3%A9nico


Son alimentos que han sido “creados”  aplicando técnicas de ingeniería genética. Con las técnicas de ingeniería genética se utilizan fragmentos de ADN que contienen genes específicos en los que se introducen mutaciones y modificaciones.Mediante esta técnica se aisla un gen del genoma de un organismo donador, se amplifica o se modifica en un  laboratorio, y posteriormente se reintroduce en el organismo original o en uno distinto generando un organismo transgénico.  
El primer alimento transgénico se comercializó en Estados Unidos en 1994. Era un tomate transgénico con una modificación de un gen que codifica una enzima que retrasaba la putrefacción. Actualmente hay decenas de alimentos transgénicos comercializados  en todo el mundo. Se han desarrollado patatas transgénicas con cambio en el contenido de almidón, existen tomates y frutas transgénicos en los que se puede regular el proceso de maduración.
Uno de los casos  más relevantes por su repercusión positiva para la salud es la generación del llamado arroz dorado, con alto contenido en vitamina A y que se destina a aquellas poblaciones con déficit en esta vitamina debido a dietas muy restringidas en legumbres, alimentos de origen animal y frutas, y donde la casi exclusiva fuente alimentos es el arroz.
Las técnicas de ingeniería genética permiten construir nuevos vegetales con genes provenientes de genomas bacterianos. Actualmente existen tipos de plantas de algodón, colza o maíz transgénicos que portan el gen de una bacteria y son capaces de resistir el ataque de virus, bacterias, hongos  o insectos. Se han desarrollado plantas resistentes al ataque de plagas para producir semillas de variedades con alto interés alimentario e industrial en las que se puede eliminar el uso de plaguicidas, ya que la propia planta es resistente al ataque gracias al gen introducido.
Los alimentos transgénicos no tienen buena prensa en general el ciudadano los identifica con compañías multinacionales de la alimentación cuyo objetivo último es monopolizar y unificar la oferta de alimentos.  Ello podría llevar a la extinción de especies y la consiguiente pérdida de biodiversidad.  Además,  la aplicación para su creación de tecnologías nuevas  y poco evaluadas en lo relativo a su impacto sanitario y ambiental, hace que se desconfíe de ellos. Una de las preocupaciones más frecuentes está relacionada con el posible salto de la barrera de las especies que podría modificar el genoma humano o de animales con resultados imprevisibles.
 Actualmente son ya varios países en los que la agricultura transgénica es un hecho con gran repercusión económica, que hace que parezca imparable su diseminación. Por ello se hace necesaria una normativa y una legislación internacional que proteja de los aspectos negativos de los alimentos transgénicos, promueva los positivos, y  permita una convivencia entre la agroalimentación transgénica  y la agricultura convencional.

http://www.teinteresa.es/Microsites/Pregunta_al_medico/Alimentacion/vicentelahera/Que_son_los_alimentos_transgenicos_0_1096090452.html



Como todo, la posibilidad de obtener alimentos transgénicos tiene tanto ventajas como inconvenientes.  Les presentaremos un listado.

VENTAJAS:
-Podremos consumir alimentos con más vitaminas, minerales y proteínas, y menores contenidos en grasas.
-Producción de ácidos grasos específicos para uso alimenticio o industrial.
-Cultivos más resistentes a los ataques de virus, hongos o insectos sin la necesidad de emplear productos químicos, lo que supone un ahorro económico y menor daño al medio ambiente.
-Cultivos resistentes a los herbicidas, de forma que se pueden mantener los rendimientos reduciendo el número y la cantidad de productos empleados y usando aquellos con características ambientales más deseables.
-Mayor tiempo de conservación de frutas y verduras.
-Aumento de la producción.
-Disminución de los costes de la agricultura.
-La biotecnología puede ayudar a preservar la biodiversidad natural.
-Cultivos tolerantes a la sequía y estrés (por ejemplo, un contenido excesivo de sal en el suelo).


DESVENTAJAS:
-Existe riesgo de que se produzca hibridación.
-Siempre puede haber un rechazo frente al gen extraño.
-Puede que los genes no desarrollen el carácter de la forma esperada.
-Siempre van a llegar productos transgénicos sin etiquetar a los mercados.

-Dentro de las desventajas introduciremos las amenazas para la salud que imparten los alimentos trangénicos:
Los alimentos transgénicos llevan ya varios años en el mercado sin que hasta ahora existan normas de control o etiquetado de los productos que contienen OMG. Las compañías transnacionales CTNs. Sostienen que estos productos son inocuos y no representan graves riesgos para la salud. Pero la inocuidad de los alimentos obtenidos de CT no está demostrada y existen evidencias de graves riesgos. La experiencia ha demostrado que el proceso de manipulación genética introduce nuevos alérgenos y toxinas peligrosos -en alimentos que eran anteriormente naturales y seguros- que entran a formar parte de la dieta de los consumidores, con consecuencias hasta ahora impredecibles.

Sin embargo, el introducir venenos de alta toxicidad en la cadena alimenticia, puede ocasionar:

1. Deficiencias inmunológicas en el ser humano, como resistencia a antibióticos o la aparición de nuevas e incontrolables enfermedades virales.
2. Transformación de la estructura celular.
3. La transferencia horizontal de ADN de los OMG a los microorganismos del tracto digestivo puede crear nuevos patógenos y enfermedades, malformaciones en las nuevas generaciones, mutaciones imprevisibles e irreversibles.
4. Disminución en las sustancias de protección contra el cáncer.
5. Aparición de nuevas alergias a los alimentos.


http://jocelinydannae.blogspot.com/2012/10/ventajas-y-desventajas-de-los-alimentos.html



PRODUCTOS TRANSGÉNICOS:


1) Maíz

Casi el 85 por ciento del maíz cultivado en los E.E. U.U. ha sido modificado genéticamente. Se encontró que los alimentos de la marca Aun, que elabora alimentos de copos de maíz entero, contienen maíz modificado genéticamente. Muchos productores modifican el maíz porque son resistentes al herbicida glifosato, que se utiliza para matar las malas hierbas.

2) Soja



La soja es el alimento más modificado genéticamente en Estados Unidos. El mayor productor de E.E. U.U. de semillas híbridas para la agricultura, Pioneer Hi-Bred International, creó una soja genéticamente modificada que fue aprobada en 2010. Se modificó para tener un alto nivel de ácido oleico, que se encuentra naturalmente en el aceite de oliva. El ácido oleico es un ácido graso omega-9 monoinsaturada que puede reducir el colesterol LDL (tradicionalmente considerado como colesterol “malo”), en sustitución de otras grasas.

3) Calabaza y calabacín
Los números genéticamente modificados de esta verdura son relativamente pequeños, pero la calabaza y el calabacín amarillo genéticamente modificado se pueden encontrar en dos especies diferentes en los E.E. U.U. Las especies contienen genes de proteínas que protegen contra los virus. Al igual que sus homólogos de otros alimentos modificados genéticamente, no somos capaces de notar la diferencia entre no una calabaza normal y una modificada.

4) Alfalfa

El cultivo de la alfalfa modificada genéticamente fue aprobado en 2011 y consta de un gen que lo hace resistente al herbicida Roundup, permitiendo a los agricultores rociar el producto químico sin dañar la alfalfa.

5) Canola

La canola se modifica genéticamente desde su aprobación en 1996 y, a partir de 2006, alrededor del 90 por ciento de los cultivos de canola de Estados Unidos son genéticamente modificados.

6) Remolacha azucarera

Una verdura muy controversial, la remolacha azucarera se aprobó en 2005, se prohibió en 2010 y luego desreguló oficialmente en 2012. La remolacha azucarera genéticamente modificada constituyen la mitad de la producción de azúcar en E.E. U.U., y el 95 por ciento del mercado de la remolacha azucarera del país.

7) leche 

Para aumentar la cantidad de leche producida, a las vacas se les da a menudo rBGH (hormona recombinante del crecimiento bovino), que también está prohibida en la Unión Europea, así como en Japón, Canadá, Nueva Zelanda y Australia.

8) azucar  
Remolacha azucarera genéticamente modificados fueron introducidos en el mercado de los EE.UU. en 2009. Las remolachas son modificadas para resistir Roundup, como el maíz.

9)Tomate

Fue el primero de los alimentos transgénicos en comercializarse, su objetivo principal fue el de durar periodos más largos en buenas condiciones después de su maduración.
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 10)Arroz
Otro de los alimentos transgénicos con mayor contenido de nutrientes esenciales como betacarotenos, es el arroz dorado que se cultiva en huertos especiales.

                                         http://mejorconsalud.com/7-alimentos-transgenicos-mas-comunes/






                                        https://www.youtube.com/watch?v=iYKlrbzQcmY




martes, 11 de agosto de 2015


                                                   Historia de la agricultura.

La agricultura es el arte del cultivo y explotación de la tierra con el objeto de obtener productos con fines humanos o con destino a los animales domésticos. Existen variadas disciplinas y toda una infraestructura agrícola, científica e industrial alrededor de estas actividades. Se incluyen en estas prácticas el estudio, acondicionamiento de las tierras, cultivo, desarrollo, recolección, transformación, distribución, etc.
Se trata de una actividad muy antigua, con origen en la prehistoria, y es actualmente un sector económico indispensable y fundamental en la alimentación mundial.
Se estima que la agricultura se ha desarrollado desde hace unos 8.000 a 10.000 años. Desde entonces todos los pueblos de la Tierra han reconocido el valor que las plantas cultivadas tienen para la alimentación humana y de los animales domésticos.
Algunos vegetales se han hecho tradicionales en muchos países, e incluso en determinados de ellos se han convertido en monocultivos, y en la fuente más importante de ingresos.
Entre las variadas producciones agrícolas, se distinguen algunos productos muy importantes para el ser humano, tales como los cereales, trigo, maíz, centeno, arroz, caña de azúcar, remolacha azucarera, aceite, verduras y frutas.
En cuanto a la alimentación animal, son importantísimos los piensos a base de granos de la soja, maíz forrajero y sorgo.
No todas las producciones agrícolas tienen valor alimentario, también existen numerosos cultivos dedicados a producir materias para la industria, tales como el caucho, semillas oleaginosas para fabricar pinturas o compuestos químicos sintéticos, plantas para la obtención de fibras, etc.
Se reconoce el valor de la agricultura al comprobar que casi la mitad de la población mundial se dedica a esta actividad, aunque es cierto que su distribución es muy variable. Así, mientras que en África y Asia superan el 60 por ciento de la población, en los Estados Unidos y Canadá apenas alcanza el 5 por ciento. Por su parte, en América del Sur la población dedicada a estas tareas es casi la cuarta parte; en Europa Occidental supone alrededor del 7 por ciento; y en los países de la Federación Rusa y los englobados en la antigua Unión Soviética alcanza el 15 por ciento.



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Tipos de agricultura
En el neolítico se practicaba una agricultura itinerante (y que todavía hoy practican algunos pueblos primitivos), que consistía en abandonar las tierras una vez han sido agotados sus recursos y buscar nuevos suelos productivos. Actualmente la agricultura ha evolucionado hasta alcanzar carácter industrial, donde la ingeniería genética, química y tecnología mecánica juegan papeles fundamentales.
Se distinguen varios tipos de agricultura:
Extensiva
La agricultura extensiva es aquella en la que se realizan labores sencillas, y en los que se emplean abonos orgánicos, como estiércoles, prescindiendo totalmente de los fertilizantes artificiales. Es un tipo de agricultura defendible desde el punto de vista ecológico, pues la tierra no suele estar sujeta a la presión que imprimen otras actividades, como la agricultura intensiva o industrial.
Intensiva o industrial
La agricultura intensiva o industrial es aquella en la que se realizan labores complejas, y que depende totalmente de fertilizantes artificiales para su óptimo desarrollo. Los suelos producen habitualmente de forma continuada, lo que implica la necesidad de restituir también continuamente los elementos minerales que ya fueron asimilados por las plantas; esto supone tener que enfrentarse a la larga a variados problemas medioambientales, derivados no sólo del frecuente uso de productos químicos, sino también de la imperiosa necesidad de asegurar las cosechas contra plagas y enfermedades mediante pesticidas, herbicidas, etc., que pueden terminar finalmente introduciéndose en la cadena alimenticia.
Biológica
La agricultura biológica nació para dar respuesta a los problemas planteados por la agricultura intensiva. Se trata de una actividad cada vez más demandada por los consumidores, respetuosa con el medio ambiente y la salud. Este tipo de agricultura recurre a métodos naturales para luchar contra las enfermedades y plagas, y rechaza la utilización de pesticidas y fertilizantes sintéticos.
Parcelaria
La agricultura parcelaria está limitada a superficies dispersas y reducidas. Existen muchas regiones en el mundo que por sus características oro gráficas están dedicadas a este tipo de agricultura. Un ejemplo son los andenes o terrazas andinas prehispánicas y que aún existen en la altiplanicie guatemalteca, donde se cultiva maíz, alubias y calabazas; y café en las zonas más bajas de las laderas.
Monocultivo
La agricultura de monocultivo es una actividad que está especializada en un único producto. Aunque los agricultores de subsistencia de todo el mundo suelen cultivar variados vegetales, no suele ser así en el caso de las grandes explotaciones de carácter comercial. Así, muchas explotaciones producen sólo café, té, cereales, cacao, o caucho. Un ejemplo es la dependencia de Tailandia del arroz, que es uno de los mayores productores del mundo de esta graminácea; o Sri Lanka, que depende enteramente de la producción de té.
Cuando se dedica una superficie a la producción de una sola especie, suele proporcionar mayores beneficios económicos, ya que se simplifica la gestión del suelo, la producción y su comercialización. Sin embargo, puede dar lugar a la concentración de plagas que, aunque habitualmente suelen ser controladas, pueden en ocasiones producir la devastación y pérdida de la producción. La diversidad de cultivos es una ventaja contra este problema, pero está limitada por las características de los suelos, clima, y otros factores de carácter económico.


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La agricultura mundial
A lo largo de los 10.000 años transcurridos desde el desarrollo de la agricultura, los pueblos de todo el mundo han descubierto el valor alimenticio de plantas y animales salvajes, domesticándolos y criándolos. Los más importantes son los cereales, como el trigo, el arroz, el maíz y el centeno; la caña de azúcar y la remolacha azucarera; los animales de carne, como las ovejas, las vacas, las cabras y los cerdos; las aves, como los pollos, los patos y los pavos; y productos como la leche, el queso, los frutos secos y los aceites. La fruta, las verduras y las aceitunas son también importantes fuentes de alimentos para el ser humano. Los granos para pienso de animales incluyen la soja, el maíz forrajero y el sorgo. Los artículos independientes sobre plantas y animales en concreto contienen información adicional.
También se obtienen ingresos de cultivos no alimentarios como el caucho, las plantas de las que se obtienen fibras, el tabaco y las semillas oleaginosas empleadas en compuestos químicos sintéticos, así como de la cría de animales para la obtención de pieles.
Las condiciones que determinarán el tipo de explotación incluyen el clima, el suministro de agua y el terreno.
Casi el 50% de la población del mundo se dedica a la agricultura. La distribución, a finales de la década de 1980, variaba desde un 64% de la población activa en África hasta un 4% en Estados Unidos y Canadá. En Asia, la cifra era de un 61%; en América del Sur, un 24%; en Europa del Este y la antigua Unión Soviética (URSS), el 15%, y el 7% en Europa Occidental.
El tamaño de las explotaciones varía enormemente de una región a otra. Por ejemplo, a finales de la década de 1980, su tamaño medio en Canadá era de unas 230 hectáreas (ha) por granja, mientras que la media en Filipinas era algo inferior a 3,6 ha, y en Indonesia, de menos de 1,2 hectáreas.
El tamaño depende también del propósito de la explotación. Las explotaciones comerciales, cuyo propósito es hacer dinero, suelen emplear grandes superficies de terreno. Los latifundios de Latinoamérica son propiedades de gran extensión, privadas, explotadas por mano de obra arrendataria y caracterizada por una ineficaz utilización de los recursos disponibles. En algunas áreas de Latinoamérica llegan a alcanzar miles y hasta decenas de miles de hectáreas. Los monocultivos producen té, caucho y cacao. La eficiencia de las plantaciones de trigo se optimiza cuando abarcan algunos miles de hectáreas y pueden ser trabajadas por equipos agrícolas y máquinas. Las granjas de ganado ovino australianas y otras granjas de cría de ganado deben ser igualmente extensas para proveer de pastos a miles de animales. Las explotaciones agrícolas de las comunas chinas, las cooperativas gestionadas por comunidades peruanas o los ejidos mexicanos son otros ejemplos de unidades agrícolas que han de ser amplias, como lo eran las granjas colectivas propiedad de empleados del estado, que eran los encargados de trabajarlas, en la desaparecida URSS.
Las explotaciones individuales de subsistencia y las pequeñas explotaciones mixtas unifamiliares van decreciendo en número en los países desarrollados, pero siguen siendo numerosas en los países en vías de desarrollo de África y Asia. Los ganaderos nómadas recorren el África subsahariana, Afganistán y Laponia; y el pastoreo sigue siendo una parte importante de la agricultura en áreas como Mongolia.
Buena parte de las divisas ingresadas por un país puede depender de una única mercancía; por ejemplo, Sri Lanka depende del té, Dinamarca está especializada en productos lácteos, Australia en la producción de lana, y Nueva Zelanda y Argentina en productos cárnicos.
La importancia de un determinado país como exportador de productos agrícolas depende de muchas variables. Entre ellas está la posibilidad de que no esté suficientemente desarrollado en el ámbito industrial para producir mercancías elaboradas en cantidad suficiente o que carezca de la necesaria sofisticación tecnológica. Este tipo de exportadores agrícolas incluye a Ghana, que exporta cacao y a Myanmar (Birmania) que exporta arroz. Por otra parte, un país muy desarrollado puede producir excedentes que su población no necesita; es el caso de Estados Unidos, Canadá y algunos países de Europa occidental.
Dado que las naciones dependen de la agricultura no sólo para alimentarse, sino para obtener ingresos y también materias primas para la industria, el comercio agrícola es una preocupación constante, regulada por acuerdos internacionales como el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT), el Mercosur y por grupos con intereses comerciales comunes como la Unión Europea.
Historia
La historia de la agricultura puede dividirse en cuatro grandes periodos de duración desigual, cuyas fechas difieren enormemente según las regiones: prehistórico, histórico (incluido el periodo romano) feudal y científico.
Agricultura prehistórica
Los primeros agricultores pertenecían en su mayor parte a la cultura del neolítico. Los emplazamientos ocupados por estos pueblos se encontraban en lo que hoy son Irak, Irán, Israel, Jordania, Siria y Turquía; en el Sureste asiático, en la actual Tailandia; en África, a lo largo de río Nilo en Egipto; y en Europa, en las márgenes del río Danubio y Macedonia, Tracia y Tesalia. También se han identificado primitivos centros agrícolas en el área del Huang He (río Amarillo), en China; en el valle del río Indo, en India y Pakistán; y en la cuenca de México, al noroeste del istmo de Tehuantepec.
Las fechas de las que datan las plantas y animales domesticados varían según las regiones, pero la mayoría son anteriores al sexto milenio a.C., y las más antiguas podrían remontarse al año 10000 a.C. Los científicos han aplicado el método del carbono 14  sobre restos de animales y plantas y han fechado hallazgos de ovejas domesticadas que se remontan al año 9000 a.C. en el norte de Irak; de vacas del sexto milenio a.C. en el noreste de Irán; de cabras del año 8000 a.C. en el centro de Irán; de cerdos del año 8000 a.C. en Tailandia y del 7000 a.C. en Tesalia; onagros, o asnos, del año 7000 a.C. en Jarmo, Irak; y de caballos del año 4350 a.C. en Ucrania. La llama y la alpaca fueron domesticadas en las regiones andinas de Sudamérica a mediados del tercer milenio a.C.
Según las pruebas realizadas con el carbono, el trigo y la cebada fueron cultivados en Oriente Próximo en el octavo milenio a.C.; el mijo y el arroz en China y el Sureste asiático ya en el año 5500 a.C.; y la calabaza, que además de aportar alimento se utilizaba como vasija en México y otros países del continente americano, hacia el año 8.000 a.C. Las leguminosas descubiertas en Tesalia y Macedonia se remontan hasta el año 6000 a.C. El lino se cultivaba y, aparentemente, se empleaba para elaborar tejidos a comienzos del periodo neolítico.
El agricultor empezó, probablemente, fijándose en qué plantas silvestres eran comestibles o útiles de algún modo, y aprendiendo a conservar sus semillas para replantarlas en terrenos despejados con anterioridad. El cultivo durante un largo periodo de tiempo de las plantas más prolíficas y resistentes producía una variedad estable. Los rebaños de cabras y ovejas estaban compuestos por animales salvajes jóvenes capturados, y aquellos que presentaban los caracteres más deseables, tales como cuernos pequeños y una elevada producción de leche, eran criados de forma selectiva. Los uros parecen ser los antecesores del ganado vacuno europeo, y el buey salvaje asiático es el del cebú, el ganado vacuno con gibas de Asia. El gato, el perro y los pollos fueron domesticados muy pronto. La transición de la caza y la recolección a la dependencia de la producción propia de alimentos se produjo de forma gradual, y en algunos lugares aislados del mundo, aún no se ha logrado. Las cosechas y el suministro propio de carne eran complementados por la pesca y la caza de aves, así como por la carne de animales salvajes.
Los agricultores del neolítico vivían en alojamientos sencillos como cuevas y pequeñas chozas de adobe secado al sol o de carrizo y madera. Estas viviendas se agrupaban en pequeñas aldeas o existían como explotaciones aisladas rodeadas de campos, ofreciendo abrigo a animales y personas en edificaciones adyacentes o unidas. En el neolítico, la aparición de ciudades como Jericó (fundada c. 9000 a.C.) se vio estimulada por la producción de excedentes agrícolas.
El pastoreo puede haber sido posterior a esto. La evidencia parece indicar que las explotaciones mixtas, la combinación de cosechas y la cría de animales era el patrón más habitual en el neolítico. No obstante, los pastores nómadas recorrían las estepas de Europa y Asia, donde fueron domesticados el caballo y el camello.
Las primeras herramientas agrícolas eran de madera y piedra. Incluían la azada de piedra; la hoz para recoger el grano fabricada con palas de piedra afilada; la pértiga empleada para agujerear el suelo y plantar semillas y, con posteriores adaptaciones, como pala o azadón; y un arado rudimentario, una rama de árbol modificada empleada para levantar la superficie del suelo y prepararlo para la siembra. Más tarde se adaptó el arado para el tiro por bueyes.
Las penillanuras del suroeste de Asia y los bosques de Europa disponían de lluvia suficiente para el mantenimiento de la agricultura, pero Egipto dependía de las inundaciones anuales del Nilo para reponer la humedad y fertilidad del suelo. Los habitantes del llamado ‘creciente fértil’, en torno a los ríos Tigris y Éufrates, dependían también de las inundaciones anuales para obtener agua para la irrigación. El drenaje se hacía necesario para impedir que el suelo fuera arrastrado de las laderas por las que corrían los ríos. Los agricultores que vivían en las proximidades del río Huang He desarrollaron un sistema de irrigación y drenaje para controlar los daños sufridos por sus campos en la planicie aluvial atravesada por los meandros del río.
Aunque los asentamientos neolíticos eran más permanentes que los campamentos de los pueblos cazadores, las aldeas tenían que trasladarse periódicamente en algunas áreas, ya que sus campos perdían fertilidad a causa de la sobre explotación. Esto resultaba más necesario en el norte de Europa, donde los campos se despejaban mediante la técnica de la tala y el incendio. Los asentamientos a lo largo del Nilo, por el contrario, eran más permanentes, dado que el río depositaba en sus márgenes limo fértil todos los años.
Agricultura: primeras civilizaciones e Imperio romano
Con el final del neolítico y la introducción de los metales, prácticamente llegó a su fin la era de las innovaciones en la agricultura. El siguiente periodo histórico, conocido a través de información escrita y dibujada, incluyendo la Biblia, los registros y monumentos de Oriente Próximo y escritos chinos, griegos y romanos, estuvo dedicado a las mejoras de las técnicas ya existentes. Existen una serie de hitos que sirven para trazar un boceto del desarrollo en el ámbito mundial de la agricultura en esta era, que abarcan, a grandes rasgos, desde 2500 a.C. hasta 500 d.C. Algunas plantas empezaron a adquirir importancia. Las uvas y el vino se mencionan en registros egipcios ya alrededor del 2900 a.C., y el comercio de aceite de oliva estaba ya generalizado en el área del Mediterráneo en el primer milenio a.C. El centeno y la avena se cultivaban en el norte de Europa hacia el año 1000 a.C. En América, el maíz fue el cereal más difundido.
Muchas verduras y frutas, incluyendo cebollas, melones y pepinos, se cultivaban en el tercer milenio a.C. en Ur. Los dátiles e higos eran una importante fuente de azúcar en Oriente Próximo, y en el área del Mediterráneo se cultivaban la manzana, la granada, el melocotón y la mora. El algodón se cosechó e hiló en India hacia el año 2000 a.C., y el lino y la seda se empleaban mucho en China durante el segundo milenio. En Asia central y las estepas rusas se fabricaba fieltro a partir de lana de ovejas.
El caballo, introducido en Egipto alrededor del 1600 a.C., era ya conocido en Mesopotamia y Asia Menor. El carro de bueyes de cuatro ruedas para trabajos agrícolas y los carruajes de dos caballos eran familiares en el norte de India en el segundo milenio a.C.
El perfeccionamiento de las herramientas y el equipamiento fue de especial importancia. Las herramientas de metal eran más duraderas y eficaces, y el cultivo se vio impulsado gracias a la ayuda de útiles como el arado tirado por bueyes equipado con una reja metálica, descubierto en el siglo X a.C. en Palestina. En Mesopotamia, en el tercer milenio a.C. se añadió un dispositivo en forma de embudo al arado con el fin de plantar las semillas, y en China se emplearon también otras formas primitivas de sembradora. La trilla se realizaba con ayuda de animales en Palestina y Mesopotamia, aunque la recogida, el empaquetado y el tamizado seguían siendo manuales. Egipto conservó la siembra manual durante este periodo, tanto en pequeñas explotaciones como en grandes propiedades.
Mejoraron los métodos de almacenamiento del aceite y el grano. Los graneros, cisternas secas, silos y recipientes de uno u otro tipo empleados para almacenar grano, sustentaban a las poblaciones de las ciudades. De hecho, sin un abastecimiento adecuado y sin el comercio de alimentos y productos no alimentarios, las civilizaciones avanzadas de Mesopotamia, el norte de India, Egipto y Roma no hubieran sido posibles.
Los sistemas de irrigación usados en China, Egipto y Oriente Próximo eran muy elaborados, y permitieron explotar una mayor superficie de tierra. En Sumer, el trabajo forzado de los campesinos y la burocracia creada para planificar y supervisar los trabajos de irrigación, probablemente fueran básicos para el desarrollo de las ciudades estado de Sumer. Los molinos de viento y de agua, desarrollados a finales del periodo romano aumentaron el control sobre las múltiples incertidumbres climáticas. La introducción de fertilizantes, en su mayor parte estiércol de animales, y la rotación de cultivos dejando tierras en barbecho hicieron más productiva la agricultura.
Las explotaciones mixtas y la cría de animales florecían en las islas Británicas y en Europa continental; llegaron hasta Escandinavia a comienzos de este periodo histórico, donde mostraron un modelo que persistiría durante los siguientes 3.000 años. La caza y la pesca, dependiendo de las regiones, complementaban los alimentos cultivados por los agricultores.
Poco después del gobierno de Julio César, el historiador romano Publio Cornelio Tácito describía a los germanos como una sociedad tribal de guerreros campesinos libres, que cultivaban sus propias tierras o las abandonaban para ir a la guerra. Unos 500 años más tarde, la aldea europea típica consistía en un núcleo de casas rodeado de campos cultivados de forma tosca y compuestos por explotaciones privadas; los valles, bosques y tierras sin aprovechar eran empleados por toda la comunidad. Los bueyes y el arado pasaban de un campo a otro, y la cosecha era un esfuerzo cooperativo.
Al parecer, Roma comenzó como una sociedad rural de agricultores independientes. En el primer milenio a.a. C., tras el establecimiento de la ciudad, la agricultura emprendió un desarrollo capitalista que alcanzó su apogeo en la era cristiana. Las grandes propiedades que abastecían a las ciudades del Imperio estaban en manos de propietarios ausentes y eran explotadas por mano de obra esclava bajo la supervisión de capataces contratados. Al ir disminuyendo el número de esclavos, en general cautivos de guerra, iban siendo reemplazados por trabajadores en régimen de arrendamiento. La villa romana típica de la era cristiana se aproximaba al sistema feudal de organización; los esclavos y los arrendatarios manumitidos se veían obligados a trabajar con arreglo a un horario, y los arrendatarios pagaban una proporción fija de la producción al propietario. Ya en el siglo IV d.C., la figura del siervo estaba firmemente establecida, y el arrendatario estaba vinculado a la tierra.
La agricultura feudal
En Europa, el periodo feudal comenzó poco después de la caída del Imperio romano, y alcanzó su cumbre hacia el año 1100 d.C. Este periodo fue también testigo del desarrollo del Imperio bizantino y del poder de los musulmanes en Oriente Próximo y el sur de Europa. España, Italia y el sur de Francia se vieron afectadas por los acontecimientos de fuera de Europa continental.
Durante el periodo de dominio árabe en Egipto y España, la irrigación se extendió a tierras que antes eran improductivas o estériles. En Egipto, la producción de grano era suficiente para permitir al país vender trigo en el mercado internacional. En España, se plantaron viñedos en terrenos en pendiente, y el agua para la irrigación se traía desde las montañas hasta los llanos. En algunas áreas de dominación islámica se cultivaban naranjas, limones y albaricoques.
Se producía arroz, caña de azúcar, algodón y verduras como las alcachofas y las espinacas, además de azafrán, una especia típicamente española. Se creó el gusano de seda, así como su fuente de alimento, el árbol de la morera.
Ya en el siglo XII la agricultura de Oriente Próximo se había estancado, y Mesopotamia, por ejemplo, retrocedió hasta niveles de subsistencia al ser destruidos sus sistemas de irrigación por los mongoles. Las Cruzadas aumentaron el contacto de los europeos con los países islámicos y familiarizaron a Europa occidental con los cítricos y los tejidos de algodón.
La estructura agrícola distaba de ser uniforme. En Escandinavia y Alemania oriental perduraban las pequeñas granjas y aldeas de épocas anteriores. En las zonas montañosas y los pantanos de la Europa eslava el sistema señorial no podía florecer. La cría de animales y el cultivo de aceituna y uva se encontraban normalmente fuera de este sistema.
Una explotación feudal requería, a grandes rasgos, de 350 a 800 ha de suelo arable y una cantidad equivalente de otras tierras, como humedales, zonas de bosque y pastizales. Se trataba de una comunidad típicamente autosuficiente. En ella se alzaba la mansión del señor del feudo, un militar o vasallo de la iglesia de alto rango, al que a veces se le otorgaba el título de lord, o de su administrador. A menudo, el feudo podía constituir la totalidad de una parroquia por lo que incluía una iglesia. En la propiedad podían existir una o más aldeas, y sus habitantes eran los trabajadores de hecho. Bajo la dirección de un capataz o supervisor, cultivaban la tierra, criaban los animales de carne y de carga y pagaban impuestos en forma de servicios, bien como mano de obra forzosa en las tierras de su señor y otras propiedades o en forma de servicio militar obligatorio.
Un feudo de grandes dimensiones contaba con un molino para moler el grano, un horno para hornear el pan, un estanque de peces, huertos, tal vez una prensa para el vino o el aceite, y jardines de hierbas aromáticas y hortalizas. Tenían también abejas para obtener miel.
Con la lana de las ovejas criadas en la propiedad se fabricaba la ropa. La lana era hilada para obtener hilazas, con las que elaborar tejidos y finalmente prendas de vestir. Asimismo, era posible conseguir telas a partir del lino, que se cultivaba con este fin y para la extracción de aceite.
Los alimentos que se servían en una propiedad feudal variaban dependiendo de la estación y de la valía como cazador de su señor. La caza para procurarse carne era, de hecho, la principal tarea no militar del dueño de la casa y de sus asistentes militares. Los residentes en el castillo podían comer pato, faisán, paloma, ganso, gallina y perdices; pescado, cerdo, carne de vacuno, y carnero, además de coles, nabos, zanahorias, alubias y guisantes. También se servían pan, queso, mantequilla, cerveza, vino y manzanas. En la Europa meridional a veces se consumían aceitunas y aceite de oliva, a menudo en sustitución de la mantequilla.
El cuero procedía de las vacas de la propiedad. Las bestias de carga eran caballos y bueyes; al irse criando variedades más pesadas de caballos, y desarrollarse un nuevo tipo de arreos, éstos adquirieron mayor importancia. El herrero, el fabricante de ruedas y el carpintero se encargaban de la fabricación y mantenimiento de las toscas herramientas agrícolas.
El cultivo estaba organizado de forma rígida. Las tierras arables se dividían en tres partes: una se sembraba en otoño con trigo o centeno; la segunda en primavera con cebada, centeno, avena, alubias o guisantes; y la tercera se dejaba en barbecho, es decir, sin sembrar. Los campos se dividían en bandas distribuidas por las tres divisiones, y sin setos o verjas para separar una banda de otra. A cada campesino varón que fuera cabeza de familia se le asignaban unas 30 de estas bandas. Con la ayuda de su familia y un tiro de bueyes, trabajaba a las órdenes de los capataces del señor feudal. Cuando trabajaba en sus propios campos, si es que los tenía, lo hacía ateniéndose a las costumbres de la aldea, que probablemente eran tan rígidas como las de cualquier capataz.
Hacia el siglo VIII se introdujo un ciclo cuatrienal de tierras en barbecho. La rutina anual en 400 ha consistía en arar 100 ha en otoño y 100 ha en primavera, dejando 200 ha en barbecho que se araban en junio. Estos tres periodos que abarcaban todo el año, permitían recoger dos cosechas en un total de 200 ha, dependiendo del clima. Como norma general se uncían diez o más bueyes, no mayores que los novillos de hoy en día, al arado, que a menudo era poco más que un tronco ahorquillado. A la hora de la cosecha, todos los campesinos, incluyendo mujeres y niños, debían trabajar en los campos. Tras la recogida se daba suelta a los animales de la comunidad en los campos para que pastaran.
Algunos feudos empleaban un sistema de franjas o bandas, con una superficie de unas 0,4 ha, que medían unos 200 m de largo por 1,2 a 5 m de ancho. Las del señor de la propiedad tenían unas dimensiones similares a las de los campesinos, y estaban distribuidas por terrenos buenos y malos. El sacerdote de la parroquia podía tener tierras separadas de las de la comunidad o franjas en las que trabajaba él mismo o eran atendidas por los campesinos.
En todos los sistemas feudales, los campos y las necesidades del señor eran lo primero, pero solían dejarse libres cerca de tres días a la semana para que los campesinos trabajaran en sus franjas y huertos familiares. La madera y la turba para combustible se recogían en terrenos comunales y los animales pastaban en las vegas de la aldea. Cuando había excedentes de grano, pieles y lana, se enviaban al mercado para su venta.
Hacia el año 1300 empezó a hacerse patente la tendencia a cercar las tierras comunales y la cría de ovejas para aprovechar la lana. La aparición de la industria textil hizo que la cría de ovejas resultara más rentable en Inglaterra, Flandes, Champagne, Toscana, Lombardía y la región de Augsburgo en Alemania. Al mismo tiempo, las áreas que rodeaban las ciudades medievales empezaron a especializarse en productos hortícolas y lácteos. El feudalismo independiente se vio también afectado por las guerras de los siglos XIV y XV en Europa, y por las grandes epidemias de peste del siglo XIV. Aldeas enteras quedaron borradas del mapa, y muchas tierras arables fueron abandonadas. Los campesinos supervivientes empezaron a expresar su descontento y a intentar mejorar sus condiciones de vida.
Con la disminución de la mano de obra, sólo se conservaron para el cultivo las mejores tierras y, en el sur de Italia, por ejemplo, el riego contribuyó a aumentar la producción de los suelos más fértiles. El énfasis en la producción de grano fue reemplazado por la diversificación y comenzó la producción de mercancías que requerían mayores cuidados, como vino, aceite, queso, mantequilla y verduras.
En América, la base material de las grandes civilizaciones era principalmente la agricultura. Una inmensa variedad de plantas cultivadas satisfacían las necesidades alimenticias y proporcionaban materia prima para las artesanías. Casi todas las regiones cultivaban un número de plantas que como el maíz, el frijol, la papa o patata se adaptaban a las distintas condiciones ambientales. Aparte de la calabaza, antes mencionada, los americanos plantaban jitomate (tomate), miltomate, huanlizontli y hierbas como el epazote. Había también una gran variedad de frutales: aguacate, chirimoya, mamey, zapote, capulín, guayaba, etc. El maguey  y el nopal, característicos de Mesoamérica se cultivaban en sus diversas variedades, no sólo como alimento sino que utilizaban la fibra para fabricar telas de vestir. En las tierras templadas, el cultivo del algodón era uno de los más destacados.
La agricultura científica
Al llegar el siglo XVI, la población europea iba en aumento, y la producción agrícola entró de nuevo en una fase de expansión.
Allí y en otras áreas, la naturaleza de la agricultura habría de cambiar mucho en los siglos venideros. Había varias razones para ello. Europa había quedado aislada de Asia y Oriente Próximo por la extensión del poderío turco. Se estaban poniendo en práctica nuevas teorías económicas, que afectaban directamente a la agricultura. Además, las guerras continuadas entre Inglaterra y Francia, en el seno de ambos países y en Alemania consumían capital y recursos humanos.
Se inició un nuevo periodo de exploraciones y colonización para intentar soslayar el control por parte de Turquía del comercio de especias, para dar un hogar a los refugiados religiosos, y para obtener recursos para unas naciones europeas que estaban convencidas de que la única riqueza eran los metales preciosos.
El descubrimiento de América favoreció el hallazgo de especies vegetales y animales hasta entonces desconocidas en Europa. La agricultura colonial comenzó no sólo para proveer de alimentos a los colonizadores, sino también para producir cosechas comerciales y suministrar alimentos a la metrópolis. Esto representaba el cultivo de productos como el azúcar, el algodón, el tabaco, la papa o patata, el tomate y el té, así como la producción de productos animales tales como lana y pieles. De los siglos XV al XIX el comercio de esclavos se encargó de aportar la mano de obra necesaria. Los esclavos procedentes de África, por ejemplo, trabajaban en el Caribe en plantaciones de azúcar, y en Norteamérica en plantaciones de índigo y algodón. La primera sociedad colonial se sustentó en la explotación de la mano de obra indígena, entonces abundante, asegurada por la esclavitud y la encomienda, que transformó la estructura social del mundo indígena. Los prisioneros procedentes de Europa, sobre todo de las cárceles inglesas, aportaron tanto mano de obra cualificada como no cualificada en muchas colonias americanas. En última instancia, no obstante, tanto la esclavitud como la servidumbre fueron erradicadas en el siglo XIX.
Cuando fueron descubiertos por los conquistadores españoles, las civilizaciones más avanzadas del Nuevo Mundo disfrutaban de economías agrícolas desarrolladas, pero carecían de animales de tiro y desconocían la rueda. Los clanes y otros grupos consanguíneos, o de tribus dominantes que habían creado sofisticados sistemas de gobierno, poseían la tierra, a la que no tenían acceso como propietarios los particulares o las familias individuales. En el siglo XVI habían desaparecido ya varias civilizaciones en Centroamérica y Sudamérica. Las que conocieron los españoles fueron las de los aztecas, los incas y los mayas.
La revolución científica producto del renacimiento y el Siglo de las Luces en Europa favoreció la experimentación en la agricultura así como en otros campos. La experimentación y el error en el cultivo de plantas condujo a la mejora de las cosechas, y se desarrollaron algunas variedades nuevas de ganado vacuno y ovino. Especialmente notable fue la vaca Guernesey, que incluso hoy sigue siendo una especie apreciable como productora de leche. El proceso de parcelación (enclosura) se aceleró enormemente en el siglo XVIII, y los propietarios de tierras pudieron determinar la disposición de tierras y pastizales, anteriormente sometidos al uso común. La rotación de los cultivos, alternando las legumbres con el grano, fue practicada con más entusiasmo al desaparecer el sistema de franjas heredado del periodo feudal. En Inglaterra, donde la agricultura científica era especialmente eficaz, la enclosura produjo una reorganización fundamental de la propiedad de la tierra. Desde 1660 en adelante, los propietarios de las mayores superficies habían empezado a incrementar el tamaño de sus posesiones, a menudo a expensas de pequeños agricultores independientes. Cuando llegó la era victoriana, el modelo agrícola se basaba en la relación entre el terrateniente, dependiente de las rentas; el agricultor, que producía las cosechas; y los jornaleros sin tierras. El drenaje hizo cultivables más tierras y, con la Revolución Industrial, surgió la maquinaria agrícola.
No es posible fijar con claridad una década o una serie de acontecimientos como comienzo de la revolución agrícola a través de la tecnología. Entre los adelantos más importantes están la crianza selectiva de ganado, iniciada a comienzos de 1700, y la dispersión de caliza en las tierras de cultivo a finales de ese mismo siglo. Las mejoras mecánicas del arado tradicional comenzaron a mediados del siglo XVII con la fijación de pequeñas puntas de hierro a la madera mediante tiras de cuero. En 1797, Charles Newbold, un herrero de Burlington, Nueva Jersey, introdujo el arado de reja de hierro fundido. La reja voltea la tierra y la empuja a un lado; este tipo de arado sigue siendo hoy el más utilizado. John Deere, otro herrero estadounidense, mejoró aún más el arado en la década de 1830 y lo fabricó en acero. Otros inventos notables incluyen la sembradora del agrónomo inglés Jethro Tull, desarrollada a comienzos del siglo XVIII y progresivamente mejorada durante más de un siglo; la segadora del norteamericano Cyrus McCormick, creada en 1831; y multitud de trilladoras, cultivadoras, cortadoras de grano y hierba, rastrilladoras y desgranadoras de maíz. A finales del siglo XIX, se empleaba a menudo el vapor para reemplazar la energía animal en el arrastre de arados y en el accionamiento de máquinas trilladoras.
La demanda de alimentos para los trabajadores urbanos y de materias primas para la industria produjo una reestructuración del comercio mundial. Ciencia y tecnología desarrolladas con fines industriales fueron aplicadas a la agricultura, dando lugar finalmente al nacimiento de la industria agrícola de mediados del siglo XX.
En los siglos XVII y XVIII se efectuaron los primeros intentos sistemáticos por estudiar y controlar las plagas. En épocas anteriores a éstas la recogida manual y las fumigaciones eran los métodos habituales para el control de plagas. En el siglo XIX se desarrollaron varios tipos de venenos para su empleo en forma de fumigaciones; también se usaron medios biológicos de control como los insectos depredadores. Se cultivaron variedades resistentes de plantas; esto último tuvo especial éxito en los viñedos europeos, en los que se injertaron tallos europeos no resistentes en cepas radiculares americanas que sí lo eran para luchar contra el áfido filoxera tras su introducción accidental en Francia.
Los avances en el transporte afectaron también a la agricultura. Las carreteras, canales y ferrocarriles permitieron a los agricultores obtener los suministros necesarios y comercializar sus productos en un mercado más amplio. Los alimentos podían protegerse durante el transporte y era posible trasladarlos a menor coste gracias a los trenes, los barcos y la refrigeración, avances producidos a finales del siglo XIX y principios del XX. El uso eficaz de estos adelantos llevó a una creciente especialización y, en ocasiones, a cambios en la localización de los proveedores agrícolas. En el último cuarto del siglo XIX, por ejemplo, los proveedores de granos australianos y norteamericanos desplazaron a los europeos en el mercado del viejo continente. Cuando la producción de grano dejaba de ser rentable para los agricultores europeos, o un área era urbanizada, se potenciaban las industrias lácteas, la producción de queso y otros productos.
El paso hacia un incremento en la producción en el periodo posterior a la II Guerra Mundial fue el resultado de una nueva explosión demográfica. La necesidad de más alimentos fue paliada en parte por la llamada revolución verde, que implicó el cultivo selectivo de cosechas tradicionales en busca de mayores rendimientos, nuevos híbridos, y métodos de cultivo intensivo adaptados a los climas y condiciones culturales de países densa mente poblados como India. La crisis mundial del petróleo a mediados de la década de 1970, no obstante, redujo el abastecimiento de fertilizantes nitrogenados necesarios para el éxito de las nuevas variedades. Simultáneamente, un clima errático y desastres naturales como la sequía y las inundaciones redujeron las cosechas en todo el mundo. Parecía inminente el hambre en el subcontinente indio, y la hambruna se generalizó en muchas partes de África al sur del Sahara. La situación económica, en especial la inflación descontrolada, amenazaban por igual al productor y al consumidor de alimentos. Estos problemas se convirtieron en los factores determinantes del cambio y el desarrollo agrícolas.

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